Cartas a mamá: Volver a empezar.
Hace varios días, una amiga me invitó a escribir porque compartimos gustos y maneras de expresar emociones y sentimientos a través del arte. Quizás por genética recibí una fuerte dosis de literatura, escritura, música y pintura, lo cual agradezco porque son un medio para canalizar mis miedos, alegrías y liberar lo que se ha trabado en mi sistema.
Me tomé un tiempo para pensar qué quería compartir, así que aquí estoy con una serie de anécdotas que me encantaría compartir con esa amorosa mujer que me dio la vida y a la que le debo no solo mi existencia, sino también las ganas de vivir, porque, aunque mi madre partió a ese viaje eterno hace ya algunos años, yo sigo amándola incondicionalmente. Puede parecer un poco descabellado, pero quizás algún día le puedan llegar a ella estas cartas, porque el amor no tiene límites.
Ahora bien, quizás sea prudente decir que nací en México, pero resido en un pueblito muy al sur de Alemania, así que hay mucho que contar acerca de todo ese proceso que me llevó a estar aquí; sin duda, serviría de apoyo para alguien más que lo necesite.
Justo un día antes de aventurarme en el viaje que cambiaría mi vida, me encontraba en San Luis Potosí (México) y una gran amiga me invitó a un concierto de Edgar Oceransky. Fue ahí donde escuché este poema que se convirtió en la inspiración que necesitaba para continuar. Si te encuentras en un momento de transición en el que no sepas cómo seguir, te sugiero que lo escuches también.
Quizás, en resumen, resulte cierto que, para continuar la vida de adulto, hay que ser más como niños, con esa inocencia que hace que todo sea nuevo y sorprendente, con tanta nobleza y curiosidad que solo quieres preguntarte para qué sirve esto o aquello, sin cuestionarlo mucho y sin detenerte para lanzarte al siguiente desafío, porque, cuando pensamos como adultos, más bien sobrepensamos y eso se vuelve autosabotaje.
Entonces, antes de emprender mi viaje, hice una gran depuración para viajar ligera. ¿Cuántas cosas se necesitan realmente para volver a comenzar?
Lo primero que me vino a la mente en ese instante fue que yo tenía un amor infinito que me habían dado mis padres mucho antes de que yo naciera, así que ese estaría dentro de mí sin importar el lugar, ya que a lo largo de los años había aprendido a autobalancearme.
Así que, al decidir qué traerme, tomé en cuenta las siguientes consideraciones: ¿cuáles de estas cosas son invaluables?, ¿qué de esto no podría volver a conseguir?, ¿me trae un bello recuerdo?; escogí todo aquello que no podía comprar con dinero.
Me traje el recetario que me dejó mi madre, que hizo cuando yo comencé la universidad porque había empezado a vivir sola y me servía de guía para intentar imitar las delicias que ella preparaba. También metí en la maleta algunos libros que había coleccionado durante muchos años, varias fotos de mi infancia, mi colección de perfumes y un par que eran de mi madre y que de vez en cuando uso para reconectar con ella.
Viajé ligera, con tan solo un par de maletas, y comencé de nuevo. Durante el largo vuelo, de camino a Alemania, confieso que lloré varias veces, pues sentía cómo las relaciones personales que tenía iban a dar un revés contundente e irrevocable. Tuve que idear cómo volver a encontrar el equilibrio sin todas esas personas que por X, Y o Z habían dejado de estar en esta nueva aventura, sin todos esos lugares que me habían visto crecer, sin la deliciosa comida mexicana, sin el folclore de mi amado México.
¿Cómo volver a vivir mi vida tan lejos de todo lo que conozco?
Amiga Ruth, tú eres una mujer auténtica y fuente de inspiración, te admiro muchísimo y muchas felicidades por dejar huella con estas palabras. Soy muy feliz de haber compartido contigo el concierto de Edgar Oceransky.
Deseo que tus palabras conecten con más y más personas en este viaje. Tqm.